Ilusión de Poggendorf, 2009


En la ilusión Poggendorf un renglón horizontal parte en dos una línea diagonal; a mayor espesor del renglón se da la impresión de que este efectivamente interrumpe la continuidad de la diagonal. El renglón horizontal simboliza la detención por un tiempo determinado, a la vez que su cambio de color indica si esta acaba o prosigue. La diagonal  es en realidad un segmento, perteneciente a una línea segmentada que espacializa el vacío de la pagina, esta diagonal indica metafóricamente una línea de señalización del transito. Con la ilusion de la diagonal y el renglón Aludimos a la operación efectuada por L. Rosenfeld en la avenida Los Militares en 1979. La demarcación en rojo de la resta como operación semántica reactiva el signo de la disensión. El blanco es la estructura del lenguaje, el rojo es el deseo que lo interrumpe y el negro es el pavimento alquitranado.

El deseo interrumpe temporalmente la continuidad de la diagonal, es decir, el tiempo que dura la ilusión. La diagonal representa el proceso democrático republicano inmerso en la ilusión del progreso histórico, interrumpido este por el corte del golpe, que en su extensa duración dolorosa borra la memoria de su corte, hace creer que la continuidad democrática ha sido restituida sin reconocer los profundos cambios estructurales efectuados en el proceso, lo que acaba por revelar el corte como constituyente del mismo proceso democrático.

Constriñendo el sentido del territorio tal como lo hace con la señalética de la ciudad, en la demarcación de los carriles de una calle se reproduce la línea segmentada -la ilusión de progreso- que una vez mas es interrumpida esta vez por el deseo individual de no continuar atrapado bajo un orden del cuerpo. se produce la resta del sentido autoritario de la señalización como lenguaje reestructurante de los hábitos.

La resta tiene una duración y es aquella de la voluntad de sostener la interrupción en contra de la degradación permanente de la memoria. Esta voluntad, cuando es efectuada por el individuo contra un orden general de signos depende de su duración tanto como cuando la resta es efectuada por el mismo orden,  sobre los individuos y sostenida en el tiempo para interrumpir solidamente la memoria. Cómo los individuos sostienen esta interrupción desde el otro lado del orden general de los signos, es la pregunta del renglón rojo, que repite la resta para reactivarla como acción efectuada contra el Orden. Un detenerse e interrumpir el proceso modernizador, que incluye al golpe como interrupción necesaria.




Cuanto nos durará la disension
antes que las aguas se cierren
Cuanto se extenderá el renglón
antes que nuestras costillas se quiebren


Bajo las nubes de mostaza
Bajo las ruedas de metal
Bajo la tierra de alquitrán

Vamos a estar bien, te lo prometo


Sostendremos lo suficiente la interrupción?
Alcanzaremos a mirarnos a los ojos
antes que reorganicen la devastacion?

mantendremos la ilusión de romper con la ilusion?
Viviremos la emocion de cancelar el cielo?
De apagar el infierno?


Correspondencia padre-hijo, 2006

1.


Mas temprano que tarde (1832) padre e hijo publicarán bajo apéndice del primer volumen del libro paterno, titulado “Este apéndice versa sobre: La ciencia del espacio absoluto con una demostración de la independencia del axioma XI de Euclides, que no se puede decidir a priori, y en adición la cuadratura del círculo en caso de falsedad”.


Es decir,


Mas tarde que temprano hijo y padre gritaron ¡gloria eterna! a la memoria de la madre patria cuando las acciones ameritaban el recurso instituido del territorio simbolico-fáctico-nación-en-proyecto y las ideas exigían ejecuciones monumentales, el gran espacio que produce las grandes obras sin pasar por el personaje. 2000 años esperando una salida del territorio, de la geometría fundadora de ciudades y regímenes orgullosos, al quinto postulado de los Elementos, puerta giratoria, apertura de las vanguardias, guía de intuiciones minoritarias.


En instantes en que el pensamiento tensiona la necesidad por múltiples esquinas, una torcedura provoca un quiebre más allá, un elemento abandonado extiende más pronto su a priori de roturas y cubre sin saberlo el suelo no caminado por el aparato que aplana. En la emergencia de un saber, el escenario tiembla ante un nuevo interino, se reúnen formularios y trazan estrategias, se saturan los conductos regulares, se colman los lobbys de las casonas, se engrasan las esquinas de los callejones, se arrugan las sabanas de las alcobas de algunos importantes y sobretodo se rajan los colchones de algunos desconocidos de profunda incidencia en los devenires de las naciones. Se fuman los cigarros guardados, se arrancan las medias, se proclaman los estatutos de riesgo y previsión, se reducen las enumeraciones, se les intercambia con puntos suspensivos y slashes tajantes en ambiguas descripciones, interpretaciones quirúrgicas dan paso a las más entrañables infecciones y contratos para detener las septicemias.


El espacio suspendido entre punto aparte y mayúscula desata espirales y guerras morales. Por la inscripción jeroglífica de unas señas que indiquen existencia. De carne y sangre y presencia. De letras flotantes en el fotograma mallarmeano explotadas por la extensión del territorio, en el límite de su cohesión, así también instituyen estado y nación. Es la acción del tiempo y del ahora que pide Bolívares de sal en la contingencia de los minutos, en la corredura del ganado donde el bingo decide quien es quien en las fechas señaladas. Las puertas se entrecierran y los sujetos se aprietan en el empujón final. Cae la bola, los dados se cargan en cuestión de segundos, es la función del juego. El escenario aparte esta hecho de discursos menores y desplazamientos mayores, de educaciones imprevisibles y violaciones sagradas productoras de plusvalías en crecimiento exponencial. La Historia que no acaba nunca a maldición de sus partículas. Puñetazos en la cabeza devienen obras maestras de la literatura que puñetean las cabezas de los nacidos bajo signo del estado del bienestar. Ahí donde no ocurre nada, corre sangre por fuera de las venas y los tejidos, por la intemperie que no ve la luz.


Pablo Fuentes C.